Domingo 17 Del Tiempo Ordinario
2 Reyes 4,42-44. Salmo 145. Efesios 4,1-6. Juan 6,1-15
Una de las satisfacciones más grandes de padres, maestros, educadores y también de los pastores es el construir y realizar grandes, obras, proezas y misiones con lo “poco” que han recibido en la vida. Con orgullo estos hombres y mujeres de gran humildad, dejan ver como el “grano de mostaza” que sembraron se ha convertido ahora en un árbol frondoso que da sombra y cobijo a quien lo necesita.Lo poco no puede ser entendido aquí como insignificante, mediocre, flojo y escaso de espíritu; como lo que no tiene fuerza, como aquello que a los ojos del mundo no preocupa porque no tieneincidencia en lo que es considerado como poderoso.
No parece excesivo afirmar que en muchas ocasiones, más de las que pensamos esta concepción pesimista de “lo poco” se apodera de nuestras acciones y nuestra labor, de nuestra fe. Nos cuesta trabajo pensar que hoy “lo poco” pueda generar alguna transformación real en el mundo; más cuando se cae en la tentación de medir el impacto de nuestras acciones pastorales por lo espectacular por las respuestas multitudinarias a nuestras convocatorias.
El criterio que nos ofrece la carta a los Efesios es muy importante para entender "el poco" que le agrada a Dios. Dice San Pablo:"sed humildes y amables y pacientes. Soportaos los unos a los otros con amor" (Ef 4,2).Así, en la humildad de nuestros actos, en la sencillez de nuestras acciones se evidencia la respuesta a la vocación a la que hemos sido llamados. Más aún, estas actitudes y respuestas evidencian que nuestra Fe está fundada en la certeza del actuar de Dios en una vida sencilla pues Él es: " un Dios que es Padre de todos, que está sobre todos, actúa en todos y habita en todos" (Ef 4,6).
Ahondemos un poco más el sentido que Dios da a lo que consideramos como poco e insignificante. La intención de los milagros narrados acerca de la multiplicación de los panes no tieneel propósito de manifestar la espectacularidad de la acción. Los “veinte panes de cebada recién horneados y el trigo fresco” que Eliseo ordenó dar la las cien personas” (“2 Re, 4,42) parecían “poco”, pero la fe en Dios permitió que alcanzara para todos y sobrara. Igual ocurre en el relato presentado por Juan en el Evangelio en el que, ante las actitudes tímidas y descreídas de los apóstoles,pone por encima el aporte concreto y sincero de un joven: " Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces.." (Jn 6,9). Este muchacho creyó en Jesucristo, confió en Él. Ante el problema planteado por el Señor: "dónde podríamos comprar pan para dar de comer a todos éstos? (Jn 6,5) y frente a las cifras desalentadoras de Felipe: "con doscientos denarios no compraríamos bastante para que a cada uno de ellos le alcanzase un poco" (Jn 6,7); el joven del evangelio ofrece lo poco que tiene, porque bien sabe que solo Dios lo puede multiplicar abundantemente
Lo que importa observar en estos relatos es que la “poca comida” a la que se hace referencia se constituye para el Señor como la oportunidad para dar a conocer que la Fe en él, en el Padre y en su providencia, son suficientes para multiplicar “lo poco” que tenemos hasta llegar a constituirnos como una comunidad de fe que comparte todo lo que tiene en pro del bienestar, del bien común para todos. Así, la comunidad que reconoce al Señor, como su Dios “la gente al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, decía: De veras este es el profeta que había de venir al mundo” (Juan 6,1-14)
Si bien es cierto éstas palabras podían ser entendidas como un reconocimiento a Jesús, el Evangelista hace notar como " Jesús se dio cuenta de que pretendían proclamarle rey. Entonces se retiró de nuevo al monte, él solo " Jn 6,15).Podríamos preguntarnos entonces:¿cuál es la intención del escritor sagrado?. Digamos que, además de darle un sentido pedagógico que explica el valor de la Eucaristía como alimento que da Jesús al que lo sigue y que transforma la muchedumbre en comunidad; es evidente que estas sencillas acciones de Jesús no buscan el reconocimiento de la comunidad por los milagros o favores recibidos. En Cristo, lo “poco”, lo sencillo transforma la mente y el corazón de quien lo escucha, de quien lo sigue.
Esta sencilla observación nos indica que podemos y debemos confiar totalmente en Jesucristo. Que con lo “poco” que tenemos y que hemos recibido de la providencia divina, somos capaces de transformar nuestro entorno buscando la paz, la fraternidad, la justicia. No hay que temer pues el Señor puede hacer maravillas con ese "poco" de lo que somos . Las obras del Señor son así, hacen crecer lo poco si somos disponibles a lo que él solicita. Aceptar nuestra pequeñez es seguridad absoluta de que el Señor hará obras grandes en medio de nosotros.