DOMINGO 22 DEL TIEMPO ORDINARIO

Jeremías 20,7-9     Salmo 63     Romanos 12,1-2      Mateo 16, 21-27

"¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida? (Mt 16,26); considero  ésta como una de las frases más poderosas de Jesús, y con toda seguridad, una de las palabras del Señor que con fuerza ha taladrado la dureza y prepotencia de muchos corazones; por lo menos en lo que corresponde a este  servidor,  cada vez que  proclamo esta frase del Evangelio, se me perfora el alma brindándome un aterrizaje a lo que es verdaderamente importante.

Pasamos tanto tiempo tratando de acomodarnos a los criterios del mundo, pensando que estos van a garantizar estabilidad, prosperidad y crecimiento; cuánto tiempo hemos perdido dejando que los valores del mundo den forma a nuestra conciencia, a nuestras elecciones y comportamientos sin lograr que estos den sentido a nuestra vida.

En algún momento de nuestra historia creímos que vivir a plenitud significaba ascender económicamente, huir de todo lo que olía a fracaso y construir casi "una novela rosa" con nuestra vida. De por sí, muchas personas experimentan que su vida no es tan feliz, al compararla con la vida de los "súper héroes" que la sociedad de consumo nos ofrece. No pocos sufren frente a la presión que desde sus trabajos y hogares ejercen familiares y amigos para que no "desperdicien" las oportunidades, o para que escalen, disfruten y se beneficien, aún a costa del perjuicio de los demás; tristemente, aún a costa de aquellos a quienes se dice amar.

Hoy le pedimos al Señor Jesús que nos de la valentía para también decir: "¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son como los de Dios, sino como los de los hombres" (Mt.16,23). Seguramente Jesucristo, como buen judío, descubrió también la voluntad de Su Padre en la ley y los profetas y se sintonizó de manera total con la lectura de Jeremías: "Tú me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir; me has violentado y me has podido" (Jr. 20,7). Quedó en la mente y en el corazón de los discípulos de Jesús, que aquel que se apasiona por el Reino de Dios y por la propuesta salvadora del Señor, no se acomoda  a los criterios del mundo, por el contrario,  siempre está asumiendo esta invitación: "...transformaos, renovad vuestro interior; para que podáis descubrir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que  agrada, lo perfecto" (Rm.12,2b)

Danos Señor la gracia de lanzarnos a la aventura fascinante de seguirte. Aún con la cruz pesada que cargamos, estamos seguros que confiar en Tí, es la garantía más valiosa de no perder la vida.