Solemnidad de la Epifanía del Señor
Celebramos como Iglesia en este domingo la Fiesta de la Epifanía o más conocida como la fiesta de Reyes. Debemos reconocer que por nuestro estilo de celebrar el adviento y la importancia que tiene para nosotros el día de navidad, llegamos a esta solemnidad de la Epifanía algo cansados y sin fuerza celebrativa; hecho que opaca esta celebración tan importante. Salvo en algunos pueblos de la geografía colombiana donde el día de reyes magos es todo un acontecimiento, dicha fiesta, que además fue trasladada para un domingo, ha venido perdiendo la importancia que merece y que hoy vamos a recordar.
Bien vale tener presente que en la liturgia católica del tiempo de navidad existen dos momentos muy intensos: el primero es el nacimiento del niño Dios al cual nos hemos referido en otras homilías destacando el sentido profundo de la encarnación del hijo de Dios; el otro momento es este que se vive desde hoy en la liturgia del domingo de la epifanía y la semana siguiente. Durante este tiempo la Iglesia nos invita a orar y a reconocer la decisión de Dios quien ha querido revelar su misterio de amor a la humanidad:"un misterio que consiste en que todos los pueblos comparten la misma herencia, son miembros del mismo cuerpo y participan de la misma promesa hecha por Cristo Jesús a través del evangelio" (Ef 3,6)
Este tiempo de oración que nos regala la Iglesia también es propicio para meditar en torno a nuestras búsquedas, en torno a aquello que nos guía, que nos ilumina el camino que esperamos nos conduzca a la felicidad. Los sabios de oriente que buscaban adorar al niño fueron guiados por la estrella "Y la estrella que habían visto en oriente los guió hasta que llegó y se paró encima de donde estaba el niño" (Mt 2,9); nosotros, hombres y mujeres de fe, somos guiados ahora por Jesucristo, luz del mundo quien desde la humildad del pesebre nos muestra el camino para llegar al Padre, para alcanzar el amor de Dios con toda su plenitud.
Recordemos que la fiesta de hoy nos presenta dos búsquedas: la de Herodes y la de los sabios de oriente. Herodes que busca al niño para destruirlo, su búsqueda es mentirosa y engañosa: "Id e informaos bien sobre ese niño; y, cuando lo encontréis, avisadme para ir yo también a adorarlo"(Mt 2,8). La actitud de Herodes representa la mentira, el poder, el orgullo, la arrogancia , el engaño y la falsedad presentes en nosotros y en el mundo; acciones y actitudes totalmente contrarias a la humildad, el amor, la verdad y la sencillez del niño de Belén.
La otra búsqueda fue la que emprendieron los sabios de oriente. Ellos representan a todos los hombres de buena voluntad que caminan guiados por la conciencia de lo que es bueno, bello y verdadero, de lo verdaderamente humano. Esta es la búsqueda que deseamos realizar todos en este nuevo año. Guiados por la luz de la verdad no tenemos otro interés que el de vivir la auténtica alegría que nace de descubrir a Jesús como aquel que da sentido a nuestra vida: "Al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra" (Mt 2,10-11)
La fiesta que celebramos hoy nos pone frente al maravilloso Dios que en su pequeñez nos muestra el camino que nos lleva a la salvación. Conscientes de este inmenso regalo recibido de Dios, reconocemos que en las ofrendas llevadas por los sabios, por los reyes magos, también nosotros ofrecemos a Dios nuestra vida, lo más valioso que hemos recibido de él. Sabemos que esta respuesta de nuestra parte incluye la cruz como signo de fe, de amor y entrega a la voluntad del Padre. Reconocemos además que al adorar al niño, estamos haciendo parte de nuestra vida el proyecto humanizador del Padre hecho real en Jesucristo y del cual nunca nos desprenderémos porque una vez hemos aceptado a Jesús en nuestra vida y en el corazón no hay manera de volver atrás. La búsqueda ha llegado a su fin porque hemos encontrado el verdadero tesoro que se ha manifestado plenamente: "Y advertidos en sueños de que no volvieran donde estaba Herodes, regresaron a su país por otro camino" (Mt 2,12)
Que en esta semana seamos como estos sabios de oriente, dejando que el mismo Señor nos guíe y nos manifieste su misericordia infinita. Que nuestras acciones también guíen a otros a encontrarse con el que merece toda nuestra adoración y ofrendas: Jesucristo.