ROGATIVA AL SEÑOR DE MONSERRATE

 

 

Señor de Monserrate,
Tú fuiste sometido por los azotes y condenado a morir en una cruz;
creemos que Tú, Hijo de Dios,
voluntariamente te hiciste Señor de dolores
para darnos la libertad.


Tu santa imagen nos anima a celebrar el misterio de tu amor,
escuchar tu palabra y agradecer tu entrega por nosotros;
y nos mueve a presentarte y consagrarte esta porción de tu pueblo,
esta ciudad de Bogotá, en momentos de gran dificultad.
 
Puestos ante ti con ánimo confiado,
como pastores que sienten con su grey y oran por ella,
animados con las palabras del salmista te decimos:
“Misericordia, Señor, misericordia, nuestra alma se refugia en ti”.
 
Nos ponemos ante ti, Señor de Monserrate,
a la sombra de tu cuerpo caído, mientras pasa la calamidad.
Te invocamos, Hijo de Dios, a ti que haces tanto por nosotros.
Envía desde el cielo tu salvación y consuélanos en tu paz.
 
Señor de Monserrate,
fortalece nuestra esperanza en la certeza de que estás con nosotros,
que caminas con nosotros como peregrino y Señor de la historia.
Ilumina a nuestros gobernantes para que, depuestos egoísmos e intereses personales, busquen con sus decisiones el bien de todos,
el bien de esta ciudad, el bien de la Nación.
 
Ilumina la mente de los médicos en la atención de los enfermos,
y a los científicos dales sabiduría en la búsqueda de medios
que garanticen la salud y el bienestar de la humanidad.
Concédenos entrañas de misericordia, espíritu de solidaridad,
actitud permanente de apertura al cuidado y protección de unos por otros,
especialmente de los más frágiles y vulnerables de la sociedad.
 
Señor de Monserrate,
recibe la oración y la súplica de tu pueblo,
protégenos en este momento de calamidad, concede la salud a los enfermos,
infunde en todos espíritu de sensatez, serenidad y cordura
para no dejarnos arrastrar del miedo y la desesperanza.

Anímanos en el compromiso de trabajar unidos por una ciudad,
un país, un mundo con entrañas de misericordia, solidario y compasivo.
 
Te lo pedimos unidos a la oración de María santísima,
madre tuya y madre de esta ciudad que hoy ponemos a tus pies.
Amén.