Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario
1S (26,2.7-9.12-13.22-23) Salmo 103 (102) 1 Co 15,45-49 Lucas 6,27-38
Gran parte de lo que hoy se ha proclamado corresponde al estilo de la literatura sapiencial, este estilo de transmisión del mensaje pretende o mejor entiende que la manera de ser sabio no es aprendiendo muchos conceptos o ideas, al contrario es más la capacidad que da la vida y la experiencia para saber vivir bien.
Este tipo de sabiduría Jesucristo nuestro Señor, quien es la sabiduría eterna del Padre, la recoge en la continuación del discurso de las bienaventuranzas que leímos hoy.
Saber vivir bien para Jesús tiene que ver con hacer la voluntad de Dios en la vida cotidiana evitando cualquier forma de daño a los demás. Pero la sabiduría popular que recoge Jesús en este discurso nos previene de permitir que de adentro de nosotros salga el deseo de ser jueces de los demás convirtiéndonos sin ninguna autoridad moral en los supervisores de la vida de los otros.
El gran peligro de una religiosidad mal entendida siempre será el deseo de controlar a los demás olvidando que el camino de conversión que nos debe preocupar es el nuestro.
Que la experiencia de seguir a Jesucristo y encontrarnos con él este domingo en la eucaristía haga que permanentemente salga de nuestros labios lo que debería haber en nuestro corazón: amor, misericordia y bondad. No es extraño escuchar en la noticias como una manifestación de poder y de mensaje de tranquilidad que transmite un gobernante a su pueblo tiene que ver con la capacidad de responder con armas y violencia a sus potenciales enemigos. Frases como : “ los vamos a destruir” “ emplearemos toda nuestra fuerza para aniquilarlos y reducirlos”.
Pensar que ejercer la violencia para aniquilar al enemigo es la solución a todo, solo genera un espiral de guerra y dolor que al contrario de terminar un conflicto termina haciéndolo más fuerte y más complejo.
El camino que ofrece Jesús en el Evangelio de hoy es muy útil y necesario para asumir los conflictos normales que se generan por la construcción de relaciones entre todos. Tratar a los demás como queremos que nos traten, buscar siempre solucionar los conflictos, no agrandarlos es realmente el camino más apropiado para hacer un mundo mejor. Todo un proyecto de vida nos ofrece Jesús y está cimentado en ser bueno y misericordioso como el Padre es bueno y misericordioso.
Vivamos intensamente esta palabra para que la bondad de Dios sea base firme para construir nuestra vida y ayudar a los otros a ser mejores.