Solemnidad De Pentecostés
Hch 2,1-11 sal 104 1 Co 12,3b7.12-13 Juan 20,19-23
Muy queridos hermanos en la fe. Con la solemnidad de Pentecostés que hoy celebramos, hemos llegado al final del camino de la pascua. Durante este tiempo, el espíritu de Dios nos ha acompañado y guiado y nos ha Permitido reconocer la ruta que emprendieron los primeros creyentes después de la muerte y resurrección del Señor. Como vimos, en un comienzo, ese camino estuvo lleno de temor y dudas: “Estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos” (Jn 20,19); también el caminar de los primeros cristianos les permitió ir conociendo cada vez más el sentido de la pascua hasta el punto de llegar a transformar sus miedo y temores en una proclamación valiente y alegre del Señor resucitado. “los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn 20,20)
¿Qué hizo posible tal cambio? ¿Voluntad humana, creatividad, relaciones públicas de los apóstoles y discípulos de Jesús? La repuesta la encontramos en las voces de los primeros creyentes consignadas en los escritos del nuevo testamento: el Espíritu Santo. Jesús comparte con sus discípulos aquella misma fuerza que lo llevó a entregar la vida por amor al reino de Dios: “Recibid el Espíritu Santo” Jn 20,22. Esa fuerza amorosa, expresión de su profunda amistad con Dios, era tan intensa, tan transformadora, tan divina que no era de este mundo y ahora Jesús la donaba a los suyos para que permaneciera con ellos por siempre.: “Como el Padre me envió a mí, así los envío yo a vosotros” Jn 20,21 b
Esta fuerza poderosa del Espíritu que Jesús dio a sus discípulos, permitió que los creyentes se sobrepusieran a las dificultades y diferencias permitiendo lograr entre ellos una unidad capaz de hacer vida el Reino de Dios en medio de ellos. El mismo Espíritu de Jesús que se pone en medio de las circunstancias más complejas y difíciles de la comunidad mostrándoles como la paz era el signo de su presencia, del amor de Dios para con ellos: “Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: -la paz esté con vosotros” Jn 20,19 b. Es el mismo espíritu Santo el que ha permitido que hombres y mujeres de todos los tiempos puedan conocer y comprender los nuevos signos y realidades posibilitando que a pesar de las diferencias sea posible el entendimiento, la comprensión de la realidad en un mismo idioma, en un mismo lenguaje: “llenos del Espíritu santo comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo los movía a expresarse” Hch 2,4b.
Al terminar la serie de predicaciones de pascua con esta solemnidad de Pentecostés que estamos celebrando, le pedimos al Señor que su Espíritu nos siga conduciendo por los caminos del amor, la paz y la justicia como lo ha venido haciendo con su Iglesia en estos veintiún siglos. Le pedimos al buen Dios, que el Espíritu que recibimos hoy ilumine nuestros hogares, nuestras familias, nuestra ciudad y nuestro país. Que seamos capaces de fascinarnos por el proyecto de vida que Jesús nos ha mostrado; que lleguemos a tener la misma pasión por el Reino del Padre. Llenos del Espíritu del resucitado, seremos valientes, audaces, creativos y sencillos para compartir el tramo de vida y de historia que nos corresponde, teniendo la certeza que la obra la construye Dios a través de su Espíritu y que los frutos de ella no pueden ser otros que la misericordia, el perdón y la paz.