Undécimo Domingo Del Tiempo Ordinario
Ezequiel 17,22-24. Salmo 91. Corintios 5,6-10. Marcos 4,26-34.
Después de celebrar en los últimos domingos sobre tres elementos esenciales para la vivencia de la fe, en este undécimo domingo del tiempo ordinario, la Iglesia nos invita a profundizar sobre el significado e importancia que debe tener para nosotros el “Reino de Dios”. Para ello acude a las comparaciones como un elemento pedagógico que nos permite ahondar mucho más en el mensaje al descubrir su auténtico sentido y significado.
Recordemos que el uso de comparaciones y ejemplos en la Biblia es un recurso muy usado por los Profetas del Antiguo Testamento y por Jesucristo, no tanto por los escritos de Pablo y las demás cartas que recurrirán a otros estilos literarios para explicar el acontecimiento de Jesús vivo y resucitado. Tal vez la cultura agraria del Antiguo Testamento,que también marcó el tiempo de Jesús, no requería explicaciones intelectuales profundas como los otros pueblos por los que se extendió posteriormente el cristianismo.
Al mundo oriental de donde proviene la Biblia le interesa proclamar la forma cómo actúa Dios en la vida de los hombres guiando su historia hacia lo bueno y noble.El israelita no se preocupará nunca por justificar la existencia de Dios puesto que ya lo ha experimentado actuando en su propia historia y en la de su pueblo; sin embargo, varios interrogantes surgen al interior del pueblo elegido; interrogantes que también hoy pueden estar presentes en la mente y en el corazón de muchos cristianos: ¿cómo puede actuar el Dios justo y fiel frente a los poderosos?, ¿cuál es su reacción frente a la iniquidad y a la acción permanente y triunfalista del mal?.¿Se queda Dios callado frente al que se complace haciendo daño al inocente?¿ Acaso Dios calla tímidamente ante el dolor y la tragedia?.La palabra proclamada este domingo y que ahora reposa en nuestros corazones tiene mucho que decirnos al respecto.
El profeta Ezequiel tiene que proclamar su mensaje en el momento más desolador del pueblo de Israel cuando permanecen esclavos en Babilonia, lejos de su tierra.Es en esos momentos cuando elpueblo siente la fuerza aplastante de la potencia invasora; es allí donde reconocen la promesa cierta de Dios: “y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor,que humilla los árboles altos y ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozano y hace florecer los árboles secos”(Ez 17,24).La historia mostrará que el Reino de Babilonia y su rey Nabucodonosor, como otros reinos más, desaparecieron después de fulgurantes apogeos dando paso a nuevos reinos que irían sucumbiendo con el pasar del tiempo.
Es en este contexto como el pueblo de la Biblia realizará una lectura de todos estos acontecimientos desde la fe en el Dios bueno y justo que ha hecho una alianza de amor y ha garantizado siempre la protección de los que le son fieles y cumplen sus mandatos:“ en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi roca no existe la maldad”(salmo91,16)
Si bien los interrogantes del pueblo de Israel sobre el actuar de Dios en sus vidas, sobre la forma como se fue construyendo el Reino de Dios fueron resueltos por el reconocimiento de la presencia del Padre bueno en medio de ellos;no es menos cierto que el mismo Jesucristofue interpelado muchas veces por sus paisanos al ver que a pesar de la predicación sobre el Reino,las profundas injusticias causadas por el dominio del imperio Romano continuaban causan dolor y tristeza en medio de ellos. ¿Realmente va a actuar Dios?, ¿Eres tú el Mesías que producirá la rebelión esperada?, ¿ Vamos a ser un Reino como antaño?.
Jesús, acudiendo al ejemplo, a la comparación, desconcierta con su respuesta al mostrarles como Dios continúa actuando en medio de ellos construyendo su Reino de amor, de paz y de justicia. Aunque no se den cuenta él ha estado presente actuando en medio de ellos como aquel hombre que siembra y cuida la semilla: “ el Reino de Dios se parece a un hombre que hecha simiente en la tierra.Él duerme de noche y se levanta....la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo”(Mc 4,27).
Como nos lo muestra la Palabra de Dios en este domingo, el Reino de Dios notiene las mismas dinámicas estruendosas de los reinos humanos, no se vale de los mismos modelos económicos y sociales utilizados por los grandes imperios para lograr su auge y apogeo. La misma historia de la humanidad nos ha mostrado como los “grandes reinos humanos” terminaron convertidos en magestuosas ruinas cargadas de sufrimiento y de dolor. Valdría la pena preguntarnos si este podrá ser el destino de las grandes potencias e imperios contemporáneos.
Jesucristo ha dado la clave de fe para entender el poderío ilimitado e imparable del Reino de Dios:“ con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿ qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas”(Mc 4,31)El cambio de corazón que trae la novedad del Evangelio es más poderoso que cualquier imperio. Dejar a Dios que sea el Señor de nuestra vida replantea y deja sin fundamento el estruendoso pero quebradizo poder del mundo. Es necesario creerle a Jesús confiar en Él aún cuando nuestra pobre percepción de las cosas nos diga lo contrario. Confiar absolutamente en Dios es el grano de mostaza que hace que el poder indestructible del Reino nos haga uno con Dios: “ Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor”( 2 Co 5,8)