Domingo 21 Del Tiempo Ordinario
Josué 24,1-2a.15-17.18b. Salmo 34. Efesios 5,21-32. Juan 6,60-69.
Cada etapa de nuestra vida nos pone frente a una decisión fundamental: ¿ estar con Dios o alejarnos de Él?.Para una sana y madura espiritualidad la pregunta en cuestión es definitiva. Es fácil constatar que como se les ha presentado ciertos acontecimientos de la vida a muchas personas así mismo se toma partida por Dios o en contra de Él. La muerte de un ser querido, la tragedia, las calamidades naturales y las desgracias personales, son situaciones tan duras de asumir que han traído en su proceso de afrontarlas la elección de apartarse de Dios. Esto sucede porque tal vez se tiene una imagen muy primitiva sobre la responsabilidad de Dios en dichos eventos. También existe un porcentaje importante que con temor deciden quedarse con Dios, por "miedo a sus represalias". En esas condiciones quedarse con Dios, pensando que es Vengador y Justiciero, no sirve de mucho para la vida.
Hoy la Palabra nos muestra algunos que decidieron optar por Dios, sus razones son muy importantes y nos pueden ayudar para forjar en nuestro camino espiritual la decisión libre y consciente de seguirlo. En la primera lectura Josué toma una decisión: "Yo y los míos serviremos al Señor" (Jo 24,15 b). Aunque los Israelitas tienen una oferta tentadora de elegir otros dioses, la decisión de Josué y su familia, mueve la respuesta de todo un pueblo: "Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses" (Jo 24,16). El pueblo proclama que Dios se ha ganado su amor porque ha estado siempre con ellos. Dios es el compañero de camino de su pueblo, no hay manera de alejarse de un Dios fiel que siempre ha estado con ellos y no piensa abandonarlos.
Cuando Jesucristo se propone como alimento de vida que hay que consumir ,los que lo escuchan inmediatamente toman su decisión: "Desde entonces, muchos de sus discípulos se retiraron y ya no iban con Él" (Jn 6,66).Las palabras de Jesús les resulta difíciles de entender. Sucede como ahora con ciertas posiciones de la fe frente a la moral y la vida de familia. Cuando ciertas propuestas "caprichosas" frente a la familia y a la vida no son aprobadas por Dios y por su Iglesia, muchos deciden alejarse manifestando la dificultad para conectar la vida con la integridad de la fe.
Las palabras que salen de la boca de Pedro son realmente alentadoras frente al cuestionamiento que hace Jesús a los doce: "¿También vosotros queréis marcharos" (Jn 6,67), Pedro contesta: "Señor, ¿a quién iríamos? Tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios"(Jn 6,68). No hay mejor razón para escoger a Dios como compañero de camino que esta: Dios mismo ha querido caminar con nosotros y alimentarnos a través de su amado Hijo Jesucristo. Él nos ha dado todo de sí, para que con la fuerza de su Espíritu tengamos el valor, la sabiduría y la entereza para asumir en paz y serenidad toda nuestra vida. Aún cuando no entendamos o nos cueste trabajo vivir, confesemos que sin Dios no se puede vivir.