Soy Prepago
Una amiga de la universidad me propuso que trabajara como ella de modelo acompañante, me dijo que ganaría mucho más dinero y trabajaría el tiempo que yo quisiera.
Me siento mal. Tengo dinero, puedo comprarme lo que quiera, aunque mi mamá no sabe lo que estoy haciendo, está feliz.
Padre Ramón, buenos días, necesito hablar con alguien de lo que me pasa.
Padre Ramón: Claro con gusto, puede contarme.
La verdad me da como pena contar en que trabajo, pero tengo un nudo en el corazón, por favor no me vaya a regañar.
Padre Ramón: No se preocupe, tranquila conversemos con toda tranquilidad. Siempre cuando se conversa con la verdad, buscando ayuda, el Señor Jesús se hace presente.
Padre, yo trabajo para pagar mis estudios en la universidad y para ayudar a mi familia como modelo acompañante en una agencia.
Padre Ramón: ¿Modelo acompañante, es como una asistente, secretaria?
No padre, yo soy prepago. Trabajo ofreciéndole compañía sexual a personas a cambio de dinero.
Padre Ramón: Ah ya entiendo. Pero usted es muy joven, ¿por qué no considera conseguir otro trabajo?
Le voy a ser sincera padre, yo intenté trabajar en otros sitios; de mesera, de recepcionista, de vendedora de ropa. Y siempre los jefes querían acostarse conmigo… ¡y gratis! Era la única condición que me pedían para no despedirme, eso me aburrió. Entonces, ahí fue donde una amiga de la universidad me propuso que trabajara como ella de modelo acompañante, me dijo que ganaría mucho más dinero y trabajaría el tiempo que yo quisiera.
Padre Ramón: Pues aparentemente todo se ve maravilloso y, entonces, ¿qué le está sucediendo?
Me siento mal. Tengo dinero, puedo comprarme lo que quiera, aunque mi mamá no sabe lo que estoy haciendo está feliz porque pagamos las deudas, no nos falta nada…
Padre Ramón: No falta nada material, pero … ¿y lo demás?
Si ahí está el problema, la vida se me está yendo y estoy atrapada en el glamour, en el mantenerme bonita para los clientes, en ir al gimnasio y ahorrar para hacerme unas cirugías estéticas y así poder cotizarme más.
Padre Ramón: Si amiga, creo que eso que le está pasando a usted le está pasando a muchas jovencitas y muchachos de nuestro País. Usted empezó a ser parte de una de las mafias más lucrativas que, junto con el narcotráfico y el comercio de armas, está destruyendo al mundo: la prostitución.
¡Padre perdón, pero yo no soy ninguna criminal, no vengo aquí a que me trate como tal!
Padre Ramón: Ni más faltaba que yo piense eso de usted, ni tampoco es mi deseo tratarla mal. Quiero que se dé cuenta que usted hace parte de una cadena, tal vez es el último eslabón de ese negocio. Usted misma en lo que me cuenta, me dice que recurrió a esto por necesidad económica. Las cadenas conque esto atrapa a las personas, pueden ser de oro, pero por más oro que tengan, son cadenas y esclavizan tanto a la persona que ejerce esto como a las personas que buscan este tipo de servicios. Aparentemente el estímulo económico y la posibilidad de conocer gente y “disfrutar la vida” es muy atractiva, pero las personas se van consumiendo y destruyendo lentamente, atrapadas por un dinero que se esfuma fácilmente y viviendo sin amor. Cuando abra y cierre los ojos en unos años, se dará cuenta de que ya no ganará más dinero, no estará tan joven, estará sola y vacía.
Pero, entiéndame padre, en este país solo unos pocos tienen posibilidades y esta es la vida que me tocó para salir adelante. En unos años cuando termine la universidad, me saldré de esto.
Padre Ramón: Haber, usted empezó este diálogo diciéndome que siente un nudo dentro de si y que se siente atrapada, ¿cierto?
Cierto.
Padre Ramón: Pues el camino para dejar de sentirse así, es saliéndose de eso mujer. Entiendo perfectamente lo que me dice de las escasas posibilidades que hay para salir adelante, pero también hay muchos casos de jóvenes como usted, bonitas e inteligentes, que analizan, piensan, se esfuerzan y salen adelante. Tal vez no tan rápido, tal vez negándose la posibilidad de comprarse ropa bonita y sacrificándose en gustos, pero están más tranquilas y más seguras de si mismas. El sacrificio auténtico, créame es recompensado por Dios y no solo unos años, por siempre.
Yo creo que Dios no debe estar muy feliz conmigo, padre.
Padre Ramón: Yo estoy absolutamente seguro que Él la ama con un amor que sobrepasa cualquier amor. Cuando usted experimente ese amor que Dios le tiene, va a encontrar fuerzas nuevas para estudiar, ser una profesional, conquistar sus sueños y amar de un manera libre y hermosa.
Ore por mí, padre.
Padre Ramón: Claro que sí.