Como ovejas en medio de lobos
Tuve que venir a Bogotá por salud, pero usted sabe que mi corazón está en la misión donde trabajo, con la gente sencilla de las veredas y los afros.
Padre Ramón: ¡Cómo me agrada encontrarme con usted en este mes de las misiones!
Gracias Padre para mí también es una dicha, tuve que venir a Bogotá por unos temas de salud, pero usted sabe que mi corazón está en la misión donde trabajo, con la gente sencilla de las veredas y los afros.
Padre Ramón: Lo sé y realmente lo admiro padre por su deseo de ser un misionero comprometido con los más pobres. En estas circunstancias de nuestro país, usted está en el hoyo del huracán, ¿cómo logra anunciar a Jesucristo, en medio de conflicto armado, narcotráfico y tanta pobreza?
Padre donde estoy las cosas se ven como son, sin maquillaje, ni palabras acarameladas que dejan ver que la distancia de allá hasta la capital, es tan lejana como la distancia de los que gobiernan con la gente que vivimos en esos territorios.
Padre Ramón: Me imagino, todos vivimos muy cómodos en la gran ciudad y si al caso recibimos noticias de muertes, narcotráfico y problemas, que luego se olvidan cuando pasan más noticias.
Seguramente padre Ramón, por eso es tan importante en este mes de las misiones recordar y apoyar la labor que se realiza acompañando y animando a las comunidades desde el evangelio.
Padre Ramón: Muy acertado lo que dice padre, pensaría cualquiera que el interés de los misioneros al ir a las comunidades lejanas es que se conviertan al catolicismo y se bauticen.
Acuérdese que la Iglesia, así lo han dicho los papas, no crece por proselitismo, sino por atracción, y ese principio se aplica en lo más recóndito del pacífico colombiano y en la gran selva de concreto que es la ciudad. Compartir con la gente, buenos y malos. A todos se les debe acompañar y proponer la persona de Jesucristo como camino para una vida más fraterna y justa. Pero es que Jesús quiere que lo conozcamos en comunidades, sanas y organizadas, que cuiden la naturaleza, que nadie les violen los derechos y que tengan una vida digna.
Padre Ramón: Padre esta claro que ese es el desafío misionero, pero como persona no le da temor que lo tilden también de revolucionario y hasta lo puedan amenazar por estar con los más pobres.
Querido Padre, usted lo sabe porque también le ha pasado. Ser misionero aquí y en China, si se es fiel al evangelio, removerá intereses y cuestionará estructuras. Así que, si por el evangelio hay que dar la vida, pues que sea por algo que valga la pena.
Padre Ramón: Pues si padre, es verdad
Además, como el mismo Señor dijo a sus discípulos, no hay que temer, Él nos acompaña y aunque vamos “como ovejas en medio de lobos”, el Señor nos da poder para anunciar el Reino, para curar y para, precisamente en esas realidades de muerte, narcotráfico y violación de derechos humanos, expulsar demonios. Y muchos hay por allá Padre Ramón.
Padre Ramón: ¡Padre por aquí también, no crea!
Por eso todos tenemos que trabajar en sentirnos enviados por el Señor a ser misioneros de la paz, de la reconciliación y la misericordia.