Jueves Santo

9 de Abril de 2020

Éxodo 12,1-8.11-14 Salmo 115 Primera Corintios 11,23-26. Juan 13,1-15.

La eucaristía que empezamos ahora, conocida en la liturgia de la Iglesia como la Misa Vespertina de la Cena del Señor, recoge el sentido de los misterios que celebraremos en estos días santos: " Y él, que había amado a los suyos, que estaban en el mundo, llevo su amor hasta el extremo" (Jn 13, 1b). Con la celebración del triduo pascual recordamos que Jesús entendió y vivió toda su vida amando hasta el extremo, tal como siempre lo ha hecho el Padre del cielo.

Jesús se encuentra con sus discípulos “antes de la fiesta de Pascua”, (Juan 13,1)fiesta en la cual los Judíos recuerdan y conmemoran la acción liberadora de Dios que los ha sacado de la esclavitud dándoles una nueva vida. Con la conmemoración de la antigua pascua, los israelitas querían grabar en la memoria del pueblo el amor que Dios les tenía. Para ellos y también para nosotros, es imposible olvidar lo que Dios ha hecho; es un recuerdo que al traerlo a la memoria, evoca la presencia del mismo Dios que ha actuado en toda su historia.

De forma similar a la de los Israelitas, en la memoria de los primeros cristianos, que experimentaron todo lo que sucedió después de haber celebrado la última cena con su Maestro, los recuerdos tristes y dramáticos de la traición estaban vivos presentes. Ellos, los discípulos, también fueron testigos del amor, la humildad, del poder y la fuerza que Jesús quiso transmitirles; poder y fuerza que provenían de Dios, del Padre amoroso que entregaba a su hijo para nuestra salvación. Los recuerdos tristes de la traición no lograron opacar el testimonio de Jesús quien cumpliría con la voluntad de su Padre: "Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo, y que de Dios había venido y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura" (Jn 13,3) .

Jesús invitó a sus discípulos a compartir con él la cena. Como a Pedro, también es posible que nos cueste trabajo entender lo que significa celebrar esta cena: "Jamás permitiré que me laves los pies" (Jn 13,8). Es posible que hayamos conservado la tradición de celebrar la cena, desdibujando el contenido que Jesús quiso darle. Tenemos siempre la tentación de convertirla en un ritual aburrido y común, alejado de la vida, ritual que “mantiene” nuestra fe, pero que no logra encender en nosotros la llama del amor, la entrega y el sacrifico del cual Jesús es testigo único y excepcional. Deberíamos preocuparnos cuando reemplazamos el auténtico sentido que le imprimió el Señor y lo cambiamos por espectáculo y emocionalidad. En esas condiciones también han de resonar las palabras de Jesús a Pedro: "Si no te lavo los pies; no podrás contarte entre los míos" (Jn 13,8).

La vida y el testimonio de Jesús llegarán a ser más impactantes y significativos que cualquier otro acontecimiento vivido por los discípulos. El mismo Jesús quiso que fuera recordado por sus obras y palabras. El quiso hacerse presente y quedarse en el corazón de los discípulos y de la comunidad, con las mismas acciones de su Padre Dios: entregándose generosamente y sirviendo sin esperar nada a cambio.

Que hoy todos podamos vivir la experiencia del Dios bueno y servicial que siempre ha estado cerca ayudándonos. Que esta celebración nos lleve a pronunciar y a hacer vida las mismas palabras que Pablo pronunció a la comunidad de Corinto: “ Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mis vez os he transmitido” (1 Cor, 11, 23). Ojalá encontremos en esta cena y en cada Eucaristía la fuerza necesaria para despertar y renovar el gusto por servir a los demás, a nuestros familiares, compañeros y sobre todo a los más pequeños y débiles de la sociedad.

Hay que servir hasta el extremo. Esa es la manera de amar de nuestro Dios. Cuando entendemos la vida así, descubrimos que nada puede darnos más alegría y bendición que hacer lo mismo que Jesucristo: " Si yo que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros. Os he dado ejemplo par QUE HAGÁIS LO MISMO QUE YO HE HECHO CON VOSOTROS" (Jn 13,14-15)