Lunes Santo

6 de Abril de 2020

Isaías 42,1-7 Salmo 27 Juan 12,1-11

Veremos en este día la predilección de Dios por su amado Hijo: "Éste es mi siervo a quien sostengo, mi elegido en quien me complazco, he puesto sobre él mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones" (Is,42.1). Esta predilección es la que Jesús manifiesta a todos, en especial a los que sufren y a los pecadores, como una buena noticia que reconcilia y da la paz. Pero Jesucristo es portador de vida y estar con Él significa compartir el banquete de la vida porque la ha devuelto en abundancia: " Ofrecieron una cena en honor de Jesús. Marta servía la mesa y Lázaro era uno de los comensales."(Jn 12,2).

No hay entonces espacio para el duelo y la tristeza; si está Jesús en medio solo existe la esperanza y un deseo desmedido de convertir todo, hasta lo que antes era instrumento de sensualidad y banalidad, en motivo de servicio, conversión y transformación total del ambiente: "María se presentó con un frasco de perfume muy caro, casi medio litro de nardo puro, y ungió con él los pies de Jesús; después, los secó con sus cabellos" (Jn 12,3)

Sin embargo el evangelio del discípulo amado constata que también se puede estar al lado de Jesús, compartiendo el banquete con Él aunque sin creer en Él, por motivos puramente materiales y de interés egoísta revestidos de piadosa reflexión, como Judas Iscariote: "Si dijo esto, no fue porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero común, robaba de lo que echaban en ella" (Jn 12,6) .

La figura de Jesús y el testimonio de los que viven como Él, será tema de mucha incomodidad para las autoridades religiosas que ven cuestionada, por los mismos judíos, su manera pesada e insuficiente de vivir en alianza con Dios. Ante esto, es necesario tomar decisiones radicales que protejan el orden establecido, y el estilo de Jesús amenaza dicho orden porque rompe cualquier tipo de estructura que quiera encasillar a su Padre en imágenes rigoristas y lejanas de su Bondad y su Misericordia.

Estos días santos son la oportunidad para estar con Jesucristo con el mismo agradecimiento de Lázaro, con la inigualable actitud de servicio de Marta y con la profunda necesidad de adorarle que María le manifestó. Ellos creían en Jesús con una adhesión que brota del amor y de saberse amados por Dios como nadie jamás puede amarlos. También nosotros sepamos que de nadie podemos fiarnos absolutamente como de Jesucristo, porque Él mismo ha respondido con su propia vida, que es a su vez garantía de amor total del Padre Eterno hacia nosotros.

En estos días de cuaresma y de introducción al Triduo Pascual permitamos que la meditación de la Palabra nos vaya vinculando más a la Pasión salvadora del Señor.